sábado, 28 de febrero de 2015

Febrero 28

          3) Clementísima Madre de Dios, socórreme en esta desgracia; ayúdame, Señora mía; protégeme, amadísima Virgen María, puerta de la vida y de la misericordia. Te pido aliento y ayuda. Tú conoces mejor que ninguno qué gran dolor causa la pérdida de Jesús y cuánta alegría reporta su hallazgo. Santísima Virgen, si esto sucedió contigo, que no tenías ninguna culpa, ¿qué puede haber de tan extraordinario, si la gracia de Jesús no atiende las esperanzas de un pecador, que lo ofende de tantas maneras?

viernes, 27 de febrero de 2015

Febrero 27

         2) Por consiguiente, no debe parecerme una cosa extraña ni una novedad que yo pierda a Jesús. Pero sé que esto sería dañoso para mí y muy doloroso para mi corazón. Confieso que soy culpable y digno de graves castigos, porque no he guardado bien mi corazón y me he portado con mucha tibieza y negligencia. Debido a lo cual he perdido la gracia de Jesús y no sé quién me la podrá restituir, si él mismo no se dignara una vez más tener compasión de mí que soy un pobrecito.

jueves, 26 de febrero de 2015

Febrero 26

Capítulo III

La pérdida y el hallazgo de Jesús

         1) El Hijo. No siempre se encuentra Jesús donde se lo busca; pero con frecuencia se lo encuentra donde menos se cree. Por eso, que nadie presuma de ser el único en poseer a Jesús; que nadie desprecie a otro, porque ignora en qué medida puede agradar internamente a Dios, realidad esta que escapa a los hombres, aun cuando por su exterior pueda él parecer un individuo insignificante.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Febrero 25

          6) Dígnate concederme todo esto, oh buen Jesús, que fuiste presentado en el Templo por tu humilde Madre Virgen, y fuiste tomado con alegría entre su brazos por el justo y timorato Simeón.

Febrero 24

          5) Ya lo he decidido: me ofrezco a mí mismo en tus manos y en las de tu amado Hijo, y cualquier cosa que yo pueda hacer, la realizaré siempre al servicio de ustedes. Ofrezco un par de tórtolas: la compunción por mis pecados y por mis negligencias y asimismo el deseo de los gozos eternos. Ofrezco también dos pichones de paloma: el doble deseo de guardar en mi corazón la simple dupla de no devolver a nadie mal por mal, y de vencer siempre al mal con el bien.

Febrero 23

          4) Tú también ruega por mí, gran Madre de Dios, gloriosa Virgen María, para que me sean perdonados los pecados y se me conceda el tiempo para expiarlos, y para tener el firme propósito de merecer la ayuda de la gracia divina. Y por lo que me falta para agradecer a Dios, de todos sus beneficios, súpleme tú, piadosísima Madre, ofreciéndote a ti misma con tu amadísimo Hijo en presencia de la gloria del Padre. Que tu integridad virginal excuse mi impureza, sea de la mente como del corazón; que tu caridad inflame mi tibieza; que tu humildad rebaje mi soberbia, que tu espontánea obediencia quebrante la dureza de mi perversa voluntad.

domingo, 22 de febrero de 2015

Febrero 22

           3) ¿Qué podría ofrecerte o entregarte, mi Señor, para retribuirte todo lo que me has dado?... En cambio, qué útil sería expiase debidamente mis pecados, manchado como estoy por tantas culpas y por tantas torpezas. Por lo cual me dirijo a ti, benignísimo Señor Jesucristo, y te ruego que des satisfacción en mi lugar y que laves con tu purísima oblación todos mis pecados, para que pueda entrar en el templo limpio y purificado, a fin de alabar por siempre tu santo nombre.

Febrero 21

          2) Te bendigo, además, por la inmensa humildad de tu Santísima Madre y por su espontánea sumisión a los preceptos de la ley. En efecto, aun siendo Virgen Santa en el parto y después del parto, no rehusó someterse al rito de purificación. Ofrenda maravillosa y reparación gratísima, porque era libre y ajena a cualquier culpa.

Febrero 20

Capítulo II

María durante la Infancia de Jesús

          1) Te bendigo y te agradezco, Señor Jesucristo, autor de la pureza, por tu humilde presentación en el Templo de Dios donde, con víctimas y ofrendas, como uno de los hijos de Adán, fuiste presentado por tus padres y fuiste rescatado mediante cinco monedas, igual que un pobre esclavo que se compra en el mercado. Te bendigo, Santísimo Redentor del mundo, por tu humilde obediencia a la ley de Dios. Aunque estabas sin deuda de pecado, para darnos ejemplo de profunda sumisión, quisiste sujetarte a las prescripciones legales.

jueves, 19 de febrero de 2015

Febrero 19

      14) Oh santa y dulce infancia, que infunde en el corazón de los hombres la verdadera inocencia, por la cual toda edad retorna a ti dichosa y se vuelve semejante a ti, no por debilidad de los miembros, sino por la humildad de los sentimientos y por la bondad de las costumbres. Concédeme seguir tus santas huellas, clementísimo Jesús, que para dar a todos los hombres ejemplo de virtud y de eterna salvación, quisiste nacer de la Virgen María a medianoche. Permíteme, pues, que pueda darte gracias y cantar tus alabanzas con los ángeles y con toda la milicia celestial, a los que quisiste como felices mensajeros de tu sagrado nacimiento.

martes, 17 de febrero de 2015

Febrero 18

          13) Oh, Jesús, Hijo unigénito de Dios, agradezco tu milagroso e ilustre nacimiento, en virtud del cual tenemos acceso a esta gracia en la que vivimos, y confiamos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios, que el cielo ha prometido. Tú eres la prenda de nuestra redención; tú eres la eterna esperanza de todos nosotros los fieles. A ti recurrimos, humildes pecadores, a ti que fuiste el primero en buscarnos, cuando aún no te conocíamos.

Febrero 17

          12) Tu nacimiento es superior a las leyes de la naturaleza; pero como este debía reparar la naturaleza, con un gran milagro supera el modo en que nacen los hombres y conforta con divino poder nuestros dificultosos nacimientos. Cuán feliz y amable es tu nacimiento, dulcísimo Jesús, Hijo de una Virgen excelsa, o sea, de nuestra eximia Madre María, el cual renueva el nacimiento de todos, mejora su condición, disipa sus prejuicios y desgarra el decreto condenatorio de la naturaleza. Y, de esta manera, el que se avergüenza de formar parte de la estirpe pecadora de Adán, puede alegrarse por su nacimiento incontaminado, seguro de haber nacido felizmente por tu gracia.

Febrero 16

           11) ¡Qué inmensa ternura, admirable dulzura y delicadísimo amor nos invaden al ver a Dios hecho niño, envuelto en pobres pañales y acostado en un estrecho pesebre frente a  animales! ¡Qué incomprensible humildad, que el Señor de todos los señores se digne convertirse en servidor de servidores! Y, esto, Señor y Dios mío, te pareció todavía poco, ya que quisiste llegar a ser mi Padre, tú que eres mi Creador. Hasta te dignaste ser mi Hermano y mi carne en la realidad de tu naturaleza humana, aunque sin contraer en lo más mínimo la antigua corrupción.

domingo, 15 de febrero de 2015

Febrero 15

           10) Te bendigo y te agradezco, Señor Jesús, Hijo unigénito del Padre, único engendrado antes de la existencia del mundo, porque, de modo inefable y a causa de tu grandísima humildad te dignaste nacer en un sucio establo y ser colocado por amor a la santa pobreza en un rústico pesebre. Te alabo, amadísimo Jesús, por tu advenimiento coronado de luz, por tu glorioso nacimiento de la Inmaculada Virgen María, por tu pobreza y por tu humilde adaptación en un pesebre tan pequeño y vil. ¿Quién podría imaginar al Dios Altísimo reducido a tanta pequeñez por amor a los hombres? ¿Cuántas gracias debe tributarte todo el género humano, porque has elegido la estrechez de un pesebre para redimirlo?

sábado, 14 de febrero de 2015

Febrero 14

9) Oh admirable y maravillosa dignación, Dios de inmensa gloria, que no te desdeñaste de hacerte despreciable y de asumir, para salvarnos, nuestros sufrimientos, tú, que creaste todas las cosas sin esfuerzo. Oh dulcísimo Jesús, esplendor de la gloria eterna, cuanto más me has demostrado tu bondad; cuanto más te has vuelto despreciable por mí, tanto más te amo.

Febrero 13

8) Te alabo y te glorifico por esos interminables nueve meses durante lo cuales te escondiste como niño en la estrechez de un seno virginal, esperando tu tiempo para nacer. Tú que, como Dios, no tienes tiempo ni tienes edad, pero ordenaste todas las cosas en el tiempo con la admirable armonía.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Febrero 12

7) Te alabo y te glorifico por haber querido vaciarte de tu grandeza, asumiendo nuestra pasibilidad, la pobreza, las penas y la mortalidad abrazadas con amor, para colmarnos con tu vaciamiento, para salvarnos con tu pasión, para enaltecernos con tu humillación, para robustecernos con tu debilidad y para conducirnos a la gloria de la inmortalidad con tu mortalidad.

Febrero 11

            6) Te alabo y te glorifico, oh eterna Sabiduría del Padre, por haberse interesado tu inaccesible alteza en la mísera cárcel de nuestra naturaleza mortal, y por tu purísima concepción que tuvo lugar en María por obra del Espíritu Santo (Lc 1, 35): en su seno virginal, el inefable poder del Altísimo, al descender sobre ella, formó de su carne inmaculada tu carne sacrosanta. Por consiguiente, tú que eres verdadero Dios consubstancial con el Eterno Padre, pasaste a ser una sola carne con nosotros, pero sin contagio de pecado, para transformarnos en un solo espíritu contigo, mediante la adopción como hijos de Dios (Gál 4, 4).

Febrero 10

          5) Te alabo y te rindo homenaje por la grandeza de la fe de María, por su decidido consentimiento, por su humildísima respuesta y por todas sus virtudes, confirmadas cuando, al arcángel que traía el gozoso anuncio, respondió con dócil sumisión: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho” (Lc 1, 38).

lunes, 9 de febrero de 2015

Febrero 9

          4) Te bendigo por el anuncio de la dignísima encarnación y por el reverente saludo angélico, con que el ángel Gabriel, embargado de muy intensa devoción, se encontró con la santísima Virgen María, para anunciarle el divino misterio del Hijo de Dios, que iba a encarnarse en ella.

domingo, 8 de febrero de 2015

Febrero 8

        3) Te bendigo y te alabo , Salvador nuestro, Jesucristo, por la inmensa humildad con que te dignaste elegir como Madre a una doncella pobre que hiciste desposar con un pobre carpintero: José, hombre santo y justo.

Febrero 7

         2) Observaste la enorme aflicción de tu pueblo sobre la tierra y la grave herencia de los hijos de Adán. Y, en virtud de un profundo impulso de amor, comenzaste a tener pensamientos de paz y de redención. Así, cuando llegó la plenitud de los tiempos, viniste a visitarnos, bajando del cielo, y mediante la encarnación apareciste entre los hombres en tu condición de verdadero Dios y verdadero hombre, llevando a cabo las expectativas de los profetas.

viernes, 6 de febrero de 2015

Febrero 6

Libro segundo

CONOCER A MARÍA

Capítulo 1

María y el misterio de la encarnación

          1) Te bendigo y te agradezco, Señor Dios mío, creador y redentor del género humano, por la inmensa bondad que te indujo a redimir al hombre de modo aun más maravilloso que el que ya habías desplegado al crearlo. Por cierto, mientras éramos todavía enemigos suyos y la muerte antigua ejercía su inicua dominación sobre todo el género humano, te acordaste de tu infinita misericordia, y desde el trono sublime de tu gloria dirigiste la mirada a este valle de llanto y miseria.

Febrero 5

          5) Agrada mucho a Dios y a la Bienaventurada Virgen María que se rece para evitar los pecados y para resguardar el corazón en la humildad. Ella, en efecto, se glorió ante Dios sólo de la humildad, guardando silencio sobre lo demás; y, no obstante su inagotable riqueza de gracia, jamás se desprendió de la humildad. Que la Virgen María ruegue por nosotros, con tono misericordioso, para que seamos dignos de la gracia de Dios.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Febrero 4

          4) Sea cual fuere lo que deseas, ruega humildemente a fin de conseguirlo por mano de María. Por sus méritos gloriosos son socorridos los que se encuentran en el purgatorio y sobre la tierra. Grande es su gracia y grande su gloria en Jesús su Salvador, por encima de todos los santos del cielo. Pero todo es en beneficio de nosotros, que nos hallamos en la tierra. Confíate totalmente en su fidelidad. Sus oraciones son agradables a Dios, y María no pide ni desea sino lo que es grato a ella y a su querido Hijo, y lo que es provechoso para tu salvación, según los planes de la voluntad divina.

martes, 3 de febrero de 2015

Febrero 3

          Además, debes afligirte por estar tan alejado de las verdaderas virtudes: de la profunda humildad, de la santa pobreza, de la perfecta obediencia, de la purísima castidad, de la devotísima oración, de la muy ferviente caridad. Virtudes todas ellas que habitan en María, Madre de Jesús. Por lo mismo, arrójate a sus pies como un pobre mendigo, para que puedas obtener, por lo menos, el mínimo grado de esas virtudes, ya que no eres capaz de alcanzar el más alto a causa de tu indolencia.

Febrero 2

        2) ¿Qué cosa debes pedirle? En primer lugar el perdón de tus pecados, después la virtud de la castidad, como también el don, sobremanera grato a Dios, de la humildad, para que seas ante él siempre humilde y deseoso de ser tenido por vil y abyecto. Finalmente, debes pedir la gracia de no gloriarte jamás de cosa alguna, para no perder todo lo que te parece que posees.

domingo, 1 de febrero de 2015

Febrero 1

Capítulo III

El recuerdo y la invocación 

de la Santísima VirgenMaría

         1) Es justo acordarse siempre de la gloriosa Virgen María, la Madre Bendita de Jesús, a cuyos méritos y oraciones debes encomendarte cada día, y a la cual tienes que recurrir en todas tus necesidades, como recurre a su querida mamá un hijo golpeado y herido. Es dulce el nombre de María: infunde confianza a quien la llama y la invoca. Ella, por su parte, está siempre dispuesta a pronunciar una buena palabra a su Hijo Jesús a favor de un alma atribulada, que se halla en la necesidad. Si María, junto con todos los ángeles del cielo, no rogase diariamente por el mundo, ¿cómo podría subsistir este mundo que ofende a Dios con tan graves pecados y se enmienda tan poco? Por consiguiente, todos han de invocar a María: los justos y los pecadores, sobre todo los religiosos y las personas devotas, que han hecho el voto de castidad y aspiran con santos deseos a los bienes celestiales, pero no quieren tener nada que ver con el mundo.