9) Que penetre, que penetre esta voz amiga en los oídos de mi corazón; y que a través de las suaves palabras de tu boca se me transmita al mismo tiempo algún consuelo sobrenatural del Espíritu Santo. Asuma mi corazón nueva confianza; aléjese el temor; no me turbe después la ambigüedad; no me atormente la desesperación con sus diversas tentaciones, pero fortalézcanme las palabras que he rogado escuchar de ti y confiarlas con más atención a mi corazón.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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