martes, 25 de agosto de 2015

Agosto 25

Poesía sobre la Bienaventurada Virgen

Ave bellísima Reina,
a quien por gracia divina
exaltó la Trinidad,
la que ni antes ni después 
hizo otra más grande.
En tu juventud, 
por tus probadas virtudes
el Rey de Reyes, sumo y eterno Dios,
te eligió como esposa.

Un ángel te invitó.
oh maravilla,
tanto le agradaste.
Y cuando dijo:"Llena de gracia",
como Virgen concebiste,
y Virgen permaneciste.

Y exclamaste: "Hágase en mí
según tu palabra".

Salud y alabanza de padres y profetas,
comentario de muchas Escrituras,
puerta atravesada y siempre clausurada
de Ezequiel.

Como la zarza que Moisés observó
encendida sin consumirse,
así das a luz al Emanuel,
Virgen que no conoces varón.

Como floreció la vara seca de Aarón
contrariando las leyes naturales,
como el vellocino de Gedeón
maravillosamente se empapó
de rocío celestial,
así en la salvaguarda del pudor,
en la ausencia de dolor
y de la intervención de varón
tú diste a luz, como atestigua Gabriel.

Salve Ester, por tu intermedio
el rey salvó a Mardoqueo,
matando a Amán el reo.
Tú, Judit, muestras la cabeza
cercenada de Holofernes,
que soberbio soñaba con dispersar
al pueblo de Judá.

Reina, madre del sabio Salomón
que gobierna en Sión,
a cuya diestra estás sentada
como nuestra Abogada,
Virgen clemente y pía,
protégenos, María. Amén.

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