domingo, 16 de agosto de 2015

Agosto 15

          3) Madre excelsa, demasiado sé que no soy digno de alzar mis impuros ojos, a menudo manchados por la concupiscencia de la carne y por la soberbia de la vida, hacia tu limpidísimo rostro, radiante de luz divina, admirado por toda la milicia celestial. En todo tú luces espléndida, ornada maravillosamente de cándidos velos y rosas rojas y florecillas de oro. Por eso quedo confundido por mi impureza, pensando tristemente en mi indignidad.

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