miércoles, 5 de agosto de 2015

Agosto 5

          3) Si tú, mi muy gloriosa Señora, estuvieras conmigo, ¿quién podría estar en contra de mí? Y si me concedieras la gracia, ¿quién podría rechazarme? Abre ampliamente tus brazos hacia mí, en este momento, y en ellos encontraré refugio. Di a mi alma: "Yo soy tu Abogada, no temas. Como una madre consuela a su hijo, así yo te consolaré". Esta es tu voz, dulce María.

No hay comentarios :

Publicar un comentario