9) ¡Oh dulcísimo nombre de María, nombre de salvación y de gracia, que debe ser siempre recordado, pensado, pronunciado y venerado! Nombre celestial y verdaderamente angélico, que de la boca del evangelista ha sido piadosamente revelado a los fieles:" Y su nombre es María" (Lc 1, 27). Oh María, santísima y dignísima de toda alabanza, tú eres la puerta del cielo, el templo de Dios, el sagrario del Espíritu Santo.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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