5) María está colmada de delicias y siempre es alegrada por los cantos de los ángeles; sin embargo, disfruta cuando los creyentes se ponen a su servicio, porque así se difunden en mayor escala la gloria de Dios y la salvación de los indigentes; compadece los sufrimientos de los atribulados; socorre en los peligros a los que son tentados, y escucha las oraciones de los devotos. Si alguien se dirige a ella sin vacilaciones y con humildad, invocando su dulzura y glorioso nombre, no se alejará con las manos vacías.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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