3) Que Jesús y María estén siempre conmigo en el camino, en todo lugar y en todo momento, como buenos guardianes, para no correr peligro de equivocarme por senderos peligrosos y para que no me distraigan tantos fantasmas interiores y exteriores.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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