Tu eres la honra del cielo, el gozo y la dicha de todos los santos, la almohada revestida de oro del Santo de los santos, el alborozo y la expectación de los Padres antiguos. Por tu intermedio, Madre bendita y Virgen elegida de singular manera, a los que piden la misericordia divina se les promete y concede el perdón de los pecados, la gloria de los hijos de Dios y la bienaventuranza en el Reino de los cielos.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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