viernes, 3 de julio de 2015

Julio 3

         2) Que te alaben el cielo y la tierra, que toda su belleza te exprese su agradecimiento. Que mi alma te alabe, carísima Señora, que lo más íntimo de mi ser se regocije por completo delante de ti con suma reverencia. La lengua no es capaz de cantar tus alabanzas, ni la mente de meditar tus grandezas. Por eso, me arrodillo humildemente ante ti, oh María, Gran Madre de Dios. Acoge mis plegarias y escucha con maternal afecto los deseos de mi corazón.

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