4) Esta santa invocación: "Jesús y María", es breve para decir y para recordar, pero también es dulce para meditar. Es eficaz protección, custodia fiel, amiga en el camino, dulce consuelo, auxilio poderoso, prudencia y perseverancia en el recto camino hacia la vida eterna, para todo débil peregrino que desprecie las mundanidades; ella posee la fuerza de los mejores y más aguerridos combatientes que están al servicio de los reyes y de los príncipes de este mundo, y también de los santos del cielo y de la tierra. Ella une en el fervor espiritual a todos los ciudadanos del cielo, que siguen con todo respeto a Jesucristo y a María Santísima, su amada Madre, incomparablemente digna de toda alabanza y de todo honor de parte de cada cual. Por lo tanto, el que cuenta con Jesús y con María como compañeros en el camino de esta vida, los tendrá como afectuosos abogados en la hora de la muerte.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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