martes, 28 de julio de 2015

Julio 27

         4) Oh Madre tan benigna, presta oídos a mis plegarias; ofréceme, oh Virgen, tu jarro y dame un poco a beber. De la sobreabundancia de gracia que hay en ti hasta rebasar, derrama sobre mí un pequeño consuelo. Me es muy necesario en este momento y siempre viene bien, ni me desagradaría aunque fuese pequeño, puesto que una sola gota, escurrida de tu rostro a mis labios, es tan eficaz e importante que, en comparación, es vil e inútil cualquier elemento agradable de esta vida.

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