17) Te ruego, amabilísimo Jesús, en unión con tu dulcísima Madre María y con tus ángeles y santos, haz que mi corazón sea conquistado por ti, enardecido profundamente, visitado más a menudo y conservado en la devoción. Y que, después de los sufrimientos de esta vida, sea conducido a los goces celestiales.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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