8) Alabanza y gloria, pues, al Dios Altísimo, que aquí en la tierra te concedió, oh María, las gracias más grandes entre todas las hijas de los hombres, y que ahora ha puesto tu trono al lado del de tu Hijo en el Reino de los cielos, en el lugar más alto y más encantador, por encima de los coros de los ángeles y de los santos, preparado para ti desde toda la eternidad y destinado a durar con felicidad por siempre.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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