4) Cuarto ejemplo. Un fraile, cuando tenía tribulaciones, solía invocar a Jesús y a la piadosísima Madre María. Y cuando era tentado por alguna viciosa pasión o tristeza, se refugiaba en la meditación de la pasión de Jesús, rezando el Ave María e invocando el auxilio de Jesús y María contra la tentación. Una noche vio en sueños al diablo, que se acercaba y quería hacerle daño. Temiendo le sucediera lo peor, sin posibilidad de escapatoria, comenzó a recitar en voz baja el Ave María. Cuando el diablo lo oyó invocar a Jesús, inmediatamente se alejó de él y comenzó a huir a toda velocidad. Al ver esto, el hermano empezó a gritarle de atrás: "Jesús, Jesús", y cuanto más fuerte gritaba ese nombre, tanto más velozmente se alejaba Satanás aterrorizado por el dulce nombre de Jesús y de María su Madre. Y desapareció. Frente al hecho soñado exclamó: "Si con un Ave María puedo poner en fuga al diablo, ¿qué tengo que temer?".
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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