13) Dichoso el que conoce este júbilo y, mediante la contemplación, se eleva de los temas terrenales y transcurre todo el día con Jesús y con María, desinteresándose de las cosas de este mundo. Creo que ningún mortal fue digno de estar presente en ese coloquio: solamente los santos ángeles y las almas de los justos, que seguían a su Señor por todos lados con gran reverencia y enorme alegría.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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