8) Mientras todos los amigos de Jesús se habían dispersado, tú, aflijidísima Madre, con un pequeño grupo de mujeres te trasladaste impávida al Calvario, abriéndote paso a través de una muchedumbre amenazante, para acercarte lo más rápido posible al Hijo, al que estaban por crucificar. Querías verlo mientras estaba todavía vivo, a fin de poder recibir de él, antes que muriera, la palabra de su amorosa donación.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
No hay comentarios :
Publicar un comentario