7) Aunque a veces se demora, Dios no abandona al que persevera en la oración, sino que se vuelve a menudo sin que él lo sepa, lo ilumina más claramente y lo instruye con mayor cuidado, a fin de que nunca presuma de sí pero confíe humilde y devotamente en él.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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