21) Oh única esperanza, gloriosa Virgen María, ven a mostrarme tu rostro, antes que mi alma abandone mi cuerpo; y "vuelve a mí tus ojos misericordiosos", con los que miraste muy a menudo con intensa alegría a Jesús, "el fruto bendito de tu vientre": ojos marcados por tantas lágrimas durante su pasión.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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