6) Con cuánta atención fijó sus ojos en tu cuerpo glorioso, que antes había visto duramente llagado por crueles azotes, clavado en el madero de la cruz, atrozmente horadado en el costado derecho por la lanza de Longino y, a continuación, muerto y depositado en el sepulcro.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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