7) Por lo cual, es justo que en el día de hoy mientras está delante de ti, que te apareciste a ella en el fulgor de tu gloria, María se haya vuelto más feliz de lo acostumbrado y se sienta colmada de nuevos consuelos, después de haber sufrido más cruelmente y llorado con más amargura que los otros, durante el transcurso de la pasión. Ahora, Señor, has cumplido tu promesa, que hiciste en la última cena a los apóstoles para consolarlos; y la cumpliste de forma más verdadera para con tu aflijida Madre: "No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes" (Jn 14, 18); "Yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar" (Jn 16, 22).
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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