5) Te
alabo y te rindo homenaje por la grandeza de la fe de María, por su decidido
consentimiento, por su humildísima respuesta y por todas sus virtudes,
confirmadas cuando, al arcángel que traía el gozoso anuncio, respondió con
dócil sumisión: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has
dicho” (Lc 1, 38).
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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