13) Oh, Jesús, Hijo unigénito de Dios, agradezco tu milagroso e ilustre nacimiento, en virtud del cual tenemos acceso a esta gracia en la que vivimos, y confiamos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios, que el cielo ha prometido. Tú eres la prenda de nuestra redención; tú eres la eterna esperanza de todos nosotros los fieles. A ti recurrimos, humildes pecadores, a ti que fuiste el primero en buscarnos, cuando aún no te conocíamos.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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