3) Te bendigo y te alabo , Salvador nuestro, Jesucristo, por la inmensa humildad con que te dignaste elegir como Madre a una doncella pobre que hiciste desposar con un pobre carpintero: José, hombre santo y justo.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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