4) Tú también ruega por mí, gran Madre de Dios, gloriosa Virgen María, para que me sean perdonados los pecados y se me conceda el tiempo para expiarlos, y para tener el firme propósito de merecer la ayuda de la gracia divina. Y por lo que me falta para agradecer a Dios, de todos sus beneficios, súpleme tú, piadosísima Madre, ofreciéndote a ti misma con tu amadísimo Hijo en presencia de la gloria del Padre. Que tu integridad virginal excuse mi impureza, sea de la mente como del corazón; que tu caridad inflame mi tibieza; que tu humildad rebaje mi soberbia, que tu espontánea obediencia quebrante la dureza de mi perversa voluntad.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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