10) Pero ahora me posto ante ti, impulsado por sincera devoción; y totalmente encendido en veneración hacia tu suave nombre, te repito el gozo de aquel saludo nuevo, jamás oído hasta entonces, cuando el arcángel Gabriel, enviado por Dios, entró en la intimidad de tu morada y, doblando reverentemente las rodillas, te rindió honor al decirte: "Ave, llena de gracia, el Señor es contigo". Yo deseo, en consonancia con la preciosa costumbre de los fieles y, en todo lo posible, con labios puros, dirigirte este saludo, como también deseo, desde lo profundo del corazón, que te lo dirijan del mismo modo todas las criaturas: "Ave María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesucristo. Amén.".
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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