lunes, 12 de enero de 2015

Enero 11

          Este es el saludo angélico, compuesto por inspiración del Espíritu Santo, del todo adecuado a tu dignidad y a tu santidad. Es una oración pobre en palabras, pero rica en misterios. Breve como discurso, pero profunda como contenido; más dulce que la miel y más preciosa que el oro, digna de repetirse con mucha frecuencia de todo corazón, devotamente y con labios puros, porque, aunque sea el resultado de muy pocas palabras, se esparce en un vastísimo torrente de celestial suavidad.

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