jueves, 1 de enero de 2015

Introducción

          


         Entre los muy numerosos y considerables escritos de Tomás Hemerken, más conocido como Tomás de Kempis (1380-1471), se han tenido en cuenta sobre todo aquellos que, armónicamente compilados en cuatro libros, ostentan el título de Imitación de Cristo. De esta obra nos han llegado innumerables versiones en varias lenguas en el transcurso de los siglos, dado que, después de la Sagrada Escritura, ha sido siempre el libro más leído y es considerado, con todo derecho, la guía espiritual de quien se propone cultivar en serio su propia vida interior: Bossuet lo definió como "el quinto Evangelio", y el padre Olivet: "el más hemosos libro salido de las manos de un hombre, ya que el Evangelio ha salido de las manos de Dios". Con este libro de oro se formó un contingente de santos, como surge de la biografía de no pocos de ellos.
       Causa extrañeza, sin embargo, que al ordenar los escritos de Tomás de Kempis, no se haya advertido la oportunidad de recopilar en un volumen aquellos, igualmente preciosos, de contenido mariano. Fue una grave omisión. En efecto, por una parte se descuidó todo lo que el autor había escrito, magníficamente por cierto, acerca de la Virgen como "providencial camino a Cristo y a Dios"; y por otra parte se mantuvo prácticamente oculto a muchas almas, durante siglos, el providencial camino mariano, trazado por los escritos de un auténtico maestro de espiritualidad.

       No faltaron por cierto otros autores que hablaran, incluso de modo eximio, sobre la importancia de la Virgen en nuestra vida interior: Pero  el punto en cuestión es que, al presentar esa cumbre de ascética cristiana que es la Imitación de Cristo, se dejó en silencio otra cumbre de la misma: la referida a María, tan bien ilustrada por Tomás. Cumbre que, aun en su índole subsidiaria, mantiene su condición de tal porque ha sido querida por Dios. En suma, parece que de esta manera casi se ha mutilado desconsideradamente un maravilloso magisterio.
       Mientras leía los siete tomos en los que M. J. Pohl ha reproducido, en forma crítica, los escritos de Tomás de Kempis, me quedaba yo cada vez más encantado frente a las bellísimas páginas acerca de la Virgen, preguntándome cómo era posible que nos hayan presentado una Imitación de Cristo, excelsa pero prácticamente incompleta ya que no habla de María, la cual en los escritos y en el pensamiento del autor resulta inseparable de Cristo.
        No ha faltado quien, antes de mí, haya procurado interesarse por estos escritos marianos en tiempo relativamente cercano, pero no de manera sistemática y orgánica. Sin embargo, sólo con los padres montfortianos L. Locatelli y B. Ferragamo, se intentó recientemente una primera sistematización orgánica con la respectiva versión en italiano. Ordenaron oportunamente el trabajo en cuatro libros, y lo titularon Imitación de María en analogía con la Imitación de Cristo. Pero el trabajo, salvo para los que tuvieron la suerte de conocerlo, no parece haber roto la cortina de silencio que rodeaba los mencionados escritos.
        Debí afrontar una doble dificultad en la selección y en la organización de todos los escritos marianos de Tomás de Kempis y en su traducción al italiano. La primera era inevitable, puesto que el autor no había concebido ni valorado tales escritos con la finalidad de constituir un trabajo unitario. La segunda nos aconsejó respetar la plenitud semántica del texto latino y las mismas preferencias de léxico que lo valorizan, evitando lo que lamentaba Francesco D'Ovidio, según el cual todo traductor es siempre un poco traidor.
        Con respecto al texto publicado por los padres Locatelli y Ferragamo, consideré útil conservar la división en cuatro libros, distribuidos en capítulos y subdivididos en párrafos enumerados. Pero me he servido de un criterio personal, que he juzgado más idóneo para la compilación de todos los textos marianos del autor, sin omitir ninguno, como también para su más adecuada organización y distribución en atención a un desarrollo lógico y consecuente.
        Además, me pareció útil ponerle a cada libro un título que indicase su contenido. Para la traducción al italiano, he seguido la edición crítica de las obras latinas del autor, realizada por Pohl.
        Este trabajo, que ha procurado presentar con sistemática organización la preciosa enseñanza de Tomás de Kempis acerca de la Virgen, resultará una novedad para la mayor parte de los lectores, como ya se ha dicho. También lo será para no pocos cultores de teología y de espiritualidad. Y puesto que a Cristo se va a través de María, la Imitación de María se presenta como un precioso itinerario hacia él, y , junto con la Imitación de Cristo, constituirá un inseparable binomio. Algo así como una vía providencial para cuantos desean comprometerse seriamente en la vida espiritual. Todo esto nos ayudará a comprender mejor la función maternal de María para con nosotros y su inseparabilidad de la de Cristo, como afirma el cardenal Anastasio Ballestrero en su hermoso volumen titulado Il misterio di Maria (Piemme, 1995): "no soy yo quien busca a María, sino que es Dios quien me la ofrece; no soy yo quien la ama, sino que es el Señor quien me indica que la ame".
        Somo llamados para amar a María como ha sido amada por Cristo y, antes aún, por Dios Padre. ¿Qué suscita en nosotros esta fe? ¿Qué significa llevar adelante una relación personal con la Virgen, conscientes de que no somos nosotros quienes buscamos a María, sino que es el mismo Dios el que la pone en nuestro camino, el que la pone en nuestra vida del mismo modo como puso en ella el misterio de la encarnación?
         En un mundo en el que el sentido del pecado casi ha desaparecido, el sentido del bien se encuentra por lo menos opacado por el relativismo, y la transparencia de la vida es una utopía; en un mundo que ya no cree en la pureza de la conducta, contemplar a María puede ser un viático para nosotros, puede dar a nuestra vida profundas aspiraciones.
ROMOLO SBROCCHI

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