3) Vengan todos, justos y pecadores, y yo rogaré al Padre por ustedes. Rogaré también al Hijo, para que se reconcilie con ustedes en el Espíritu Santo. Los invito a todos, los espero a todos, deseo que todos vengan a mí. No des`precio a ningún pecador; sino, al contrario, por un pecador que se convierte, me regocijo con gran afecto junto con los ángeles de Dios en el cielo. Porque no en vano ha sido derramada por el mundo la sangre de mi Hijo.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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