viernes, 2 de enero de 2015

Enero 2

         2) Por eso, dulcísima María, es inconveniente que yo, polvo y ceniza, mejor dicho más vil que el polvo por ser pecador y muy propenso a toda perversidad, me atreva a detenerme para considerar tu belleza y tu magnificencia. Tú, en cambio, encumbrada sobre el cielo, tienes el mundo bajo los pies y eres digna de honor y reverencia por el honor de tu Hijo. Tu inefable bondad, que sobrepasa toda imaginación, con frecuencia me fascina y atrae mi afecto, porque eres el consuelo de los aflijidos y estás siempre dispuesta a socorrer a los miserables pecadores.

No hay comentarios :

Publicar un comentario