4) Luego, si quiero realizar el intento de comprender tu gloria excelsa y saludarte dignamente desde lo íntimo del corazón, debo proceder con espíritu mucho más puro, porque los que pretenden acercarse sin respeto a tu puerta, no obtienen gloria sino justa vergüenza. Por lo tanto, quien se aproxima a ti debe comportarse con grandísima reverencia y humildad y, sin embargo, con gran esperanza de ser admitido en virtud de tu misericordia clemencia.
“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.” (Apocalipsis 12, 1)
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