domingo, 25 de enero de 2015

Enero 25

          9) Me tendiste la mano desde arriba y me tocaste; así quedé curado de mis miserias. Con mucha dificultad podía hablar, mientras que ahora tengo ansias de cantar y agradecerte. Se me había vuelto tediosa la vida, ahora en cambio no tengo miedo ni siquiera de la muerte, porque sé que tú eres mi abogada ante tu Hijo, a cuya misericordia me encomiendo desde este momento y para cada instante de mi vida venidera. Desde que hablaste al corazón de tu desolado huérfano, de inmediato he cambiado para mejor y me siento profundamente transformado en mi interior. Estaba postrado como quien no tiene esperanza, pero tú te has acercado a mí, me has infundido consuelo y aliento, hablándome con gran amor.

No hay comentarios :

Publicar un comentario